lunes, 28 de febrero de 2011

O TEMPORA, O MORES!


M. CASTAÑO, 28-03-11

¡Oh tiempos, oh costumbres!", fue el lamento que Cicerón, vertió en su Catilinaria para reprochar a Catilina la corrupción de sus costumbres y la pasividad del senado romano ante las mismas. Y el primero de estos discursos se inicia con la célebre pregunta de Cicerón a Catilina: Quousque tandem, Catilina, abutere patientia nostra?
Si Cicerón pasease por las calles de nuestras ciudades, constataría que su Catilinaria estaría de plena actualidad, ante la realidad vial, el desorden, desequilibrio y mala organización y reparto de los espacios urbanos, que ocasionan tantos incidentes, accidentes y secuelas traducidas en muertos, heridos y repercusiones económicas y psicológicas.
Estoy casi seguro, que la DGT también se ha dejado influir por el discurso de Cicerón al formular su reto: ¿Hasta cuándo la mala organización y gestión del tráfico en la mayoría de las ciudades y todos los accidentes que ocasiona, hasta cuándo aguantará nuestra paciencia?
Y la paciencia comienza a agotarse y por este motivo el Plan Estratégico de Seguridad Vial, para la década que iniciamos, establecerá como una de sus áreas prioritarias, conseguir una Movilidad Segura en las ciudades, tratando de reducir la accidentalidad en un 50% y actuando sobre los más débiles: peatones y vehículos de dos ruedas.
¡Quién nos lo iba a decir! Después de más de un siglo del protagonismo de los vehículos sobre el resto de la ciudadanía, estamos decididos a invertir los términos, a favor de los más vulnerables. La ciudad pasará a ser patrimonio de los ciudadanos y los vehículos colaboradores de su desarrollo y armonía. Este nuevo paradigma evitará que el equilibrio entre usuarios no se rompa y que la movilidad pueda ser más segura. Por esta simple razón, merecerá la pena apoyar la premisa mayor de que reduciendo la velocidad y los espacios para los vehículos, la conclusión sea que se conseguirá reducir la accidentalidad. Lo que ya no me queda tan claro es argumentar, sin justificación científica, de que en un accidente a 70 km/h no se salva nadie, que a 50 se salvan la mitad y que a 30 se salvan casi todos. Lo cierto es que a menor velocidad, las posibilidades y secuelas del accidente se reducen drásticamente.
Pese a que la propuesta de la DGT, en principio parece ser acorde a la consecución del fin, no todos lo ven de la misma manera. De hecho, hay malestar social y posiciones divergentes: los automovilistas manifiestan que les perjudicará en su movilidad, que contaminará más, y los ciudadanos más vulnerables apreciarán su seguridad y disfrute de los espacios aunque se mueran de la mayor contaminación atmosférica. Desde la perspectiva pedagógica habría que caminar hacia la armonía y equilibrio entre las partes. La solución pasará por dar un enfoque holístico a la propuesta. En este sentido, la Teoría Ecológica de Bronfenbrenner nos puede ayudar a entender la influencia tan grande que tienen los ambientes en el desarrollo del sujeto y concebir al ambiente ecológico como un conjunto de estructuras seriadas y estructuradas en diferentes niveles, en donde cada uno de esos niveles contiene al otro y se influyen, para bien o para mal. De ahí la importancia de cuidar adecuadamente la relaciones entre los conductores y los peatones y un entorno acogedor, sin contaminación de la convivencia, de ruidos, de humos, y más seguro para todos.. En base a lo establecido, consideramos que el mejor caldo de cultivo para lograr la disminución de la accidentalidad no sustenta en la reducción de velocidad y de los espacios, pues debería fundamentarse en la información, formación y educación vial de conductores y peatones. Pero, de esto no se ha mencionado nada. Así pues, es posible que, de no ser así, Cicerón nos vuelva a reprochar: ¿Quousque tandem?

domingo, 27 de febrero de 2011

OTRA PROHIBICIÓN MÁS


De 120 a 110 ¿Provisional?

M.CASTAÑO 27-02-11
La verdad es que en el ámbito de la circulación vial, las sorpresas no dejan de acumularse y precipitarse, dando lugar al nerviosismo de la ciudadanía y escaso margen para poder analizarlas y menos aún para asimilarlas.
El viernes pasado, después del Consejo de Ministros, saltó la liebre: a partir del día siete del presente, se reducirá la velocidad máxima permitida en todas las autovías y autopistas, pasando de 120 a 110 Km./h. Eso sí, nos libra el matiz de “provisional” en la medida.
Los argumentos esgrimidos, según el Ministro Rubalcaba, tienen como origen la crisis emanada en los países del norte africano que están incidiendo en el suministro y encarecimiento del petróleo y , además, que esta media producirá un ahorro del 15% de carburante en gasolina y un 11% en gasóleo, que este menor consumo, también, nos beneficiará con una menor contaminación atmosférica, aunque nada se diga de la seguridad.

Vamos, que visto lo cual, a nadie se le puede pasar por la cabeza que existan otras posibles soluciones para conseguir esos objetivos, tan deseables. Tampoco podemos achacar que la medida haya sido precipitada y falta de consenso político y social, que se haya hecho un estudio exhaustivo económico de lo que supone, o que pueda esconder unas segundas intenciones, como pueden ser: la recaudación o reducir el número estadístico de la accidentalidad por encima del incremento la seguridad vial. Y comento esto, porque ya en varias ocasiones en la DGT se deja sentir la preocupación e imposibilidad reducir números importando menos los muertos y heridos. Pero, por el contrario, a los viandantes normales, lo que nos importa es el incremento de la Seguridad Vial, no solamente con medidas que den resultados inmediatos y electoralistas, si no con medidas de hondo calado para el presente y el futuro de carácter preventivo y no solamente sancionador o punitivo, como viene siendo habitual. Nos estamos olvidando de invertir en potenciar la información, la formación y la Educación Vial de los ciudadanos a lo largo de toda su vida. Nadie admite hoy que una torta a tiempo sea un buen método educativo, pese a que produzca efectos inmediatos, pero sí se tolera y admite que en Seguridad Vial todo sea a base de guantazos o medidas drásticas.
Las estadísticas e investigaciones sobre los factores de riesgos viales, proclaman que el factor humano, es decir los que usamos las vías, es el causante de casi la totalidad de los accidentes.
Pues si esto es cierto, no debemos olvidarnos que la mejor forma de incidir en la calidad de los usuarios de las vías, es a través de la educación vial, como generadora de las actitudes, valores, hábitos y comportamientos viales adecuados.
Por supuesto que reducir la velocidad conlleva menor número de accidentes, pero otra cosa diferente a demostrar, es que también sea menor el consumo y la contaminación, sobre todo si se hace una conducción eficiente adecuada. Porque estos objetivos que proclama la propuesta, se pueden conseguir implementado otras medidas que perjudiquen menos a la Movilidad Segura, pese a que no propicien efectos tan inmediatos. Porque recurriendo a las medidas prohibitivas y sancionadoras, terminaremos confinados a usar la bicicleta o el coche de San Fernando, considerándolos como los recursos más seguros, económicos, ecológicos, saludables y, sin lugar a dudas, la mejor forma de reducir a cero la accidentalidad.

jueves, 24 de febrero de 2011

Pacificar el tráfico urbano


M. CASTAÑO. Febrero, 2011.
Con la llegada de los vehículos a nuestra sociedad, lo que aparentaba ser una pincelada de progreso daba inicio a una serie de problemas y modificaciones de los espacios y del desarrollo armónico y sostenible. Los vehículos irrumpieron con el acelerador a fondo. Los espacios urbanos e interurbanos fueron invadidos por los más fuertes y agresivos, relegando a los débiles y vulnerables a refugiarse, callada y sumisamente, en los conucos de mayor protección. Los peatones fueron acosados y llevados contra las paredes y relegados a los jardines y plazas. Pero está claro que el que se calla y se somete, finaliza convirtiéndose en esclavo sumiso y perdedor de sus derechos. El vehículo se ha hecho el dueño y señor de la jungla y el problema se incrementa porque la mayor parte de los conductores nos transformamos incrementando la agresividad en cuanto ponemos las posaderas en el asiento.Además de esta prepotencia del conductor sobre los peatones, se añaden otras variables que afectan a la convivencia cívica, a la armonía, al respeto y al reparto físico de los espacios urbanos: la reducción de espacios peatonales, el estrechamiento e invasión de las aceras, la carencia de los espacios verdes, la aniquilación de las plazas urbanas… Pero sobre todo, la velocidad inadecuada que desarrollan y la alta ocupación física de los vehículos.Visto lo cual, la Dirección General de Tráfico está obsesionada y con cierta dosis de ansiedad por reducir las estadísticas de accidentalidad urbana. Y por eso, le ha tocado el turno a las ciudades donde se producen demasiados atropellos a peatones debido a la velocidad inadecuada. Al parecer, como los Planes Estratégicos Urbanos no están funcionando bien, Tráfico se propone pacificar y llevar el orden a las calles de las ciudades. Y lo hará convirtiendo a los peatones en protagonistas y colocando los coches a la retaguardia, con el objetivo de reducir a la mitad la cifra de muertos por atropello en casco urbano. La propuesta es reducir la velocidad en las vías urbanas de carril único o de un solo carril para cada sentido, a 30 kilómetros por hora, en lugar de los 50 actuales.El argumento mayor para tomar esta medida se basa en que "a 70 kilómetros por hora no se salva nadie, a 50 se salva el 50% y a 30 se salvan el 95% de los peatones. Pero, si bien el fin es muy aceptable, sería deseable que siempre que se aseveran cifras de tan magna importancia se argumentaran y se citase la fuente de investigación, más que nada para evitar que se quede en una simple opinión o creencia o dejar a un lado otros factores de riesgo.Claro está que esta medida supondrá una mejora significativa para la sostenibilidad y la seguridad vial en las ciudades y, además, que facilitará la circulación de las bicicletas por la calzada (que ya está bien de abusar de las aceras). Pero también coincidimos con el arquitecto JanGehl en que con el simple cambio de jerarquía en la importancia que le damos a la relación peatón y vehículos, nuestros pueblos y ciudades serían infinitamente mas humanas y habitables.Porque muchas veces, el fin no justifica los medios. Calmar el tráfico, para evitar tanto atropello, es loable y deseable, ahora bien, pensar que esto solamente se consigue mediante medidas restrictivas y sancionadoras es perder una vez más la confianza en el ser humano y en la oportunidad que nos brindaría el futuro si implementásemos la educación cívica y vial en los usuarios de las vías. Pero esto es otro cantar. Sería una buena inversión para el futuro y como tal, no tiene visos de hacerse realidad, y menos en época de crisis económica y de ideas. Con la llegada de los vehículos a nuestra sociedad, lo que aparentaba ser una pincelada de progreso daba inicio a una serie de problemas y modificaciones de los espacios y del desarrollo armónico y sostenible. Los vehículos irrumpieron con el acelerador a fondo. Los espacios urbanos e interurbanos fueron invadidos por los más fuertes y agresivos, relegando a los débiles y vulnerables a refugiarse, callada y sumisamente, en los conucos de mayor protección. Los peatones fueron acosados y llevados contra las paredes y relegados a los jardines y plazas. Pero está claro que el que se calla y se somete, finaliza convirtiéndose en esclavo sumiso y perdedor de sus derechos. El vehículo se ha hecho el dueño y señor de la jungla y el problema se incrementa porque la mayor parte de los conductores nos transformamos incrementando la agresividad en cuanto ponemos las posaderas en el asiento.Además de esta prepotencia del conductor sobre los peatones, se añaden otras variables que afectan a la convivencia cívica, a la armonía, al respeto y al reparto físico de los espacios urbanos: la reducción de espacios peatonales, el estrechamiento e invasión de las aceras, la carencia de los espacios verdes, la aniquilación de las plazas urbanas… Pero sobre todo, la velocidad inadecuada que desarrollan y la alta ocupación física de los vehículos.Visto lo cual, la Dirección General de Tráfico está obsesionada y con cierta dosis de ansiedad por reducir las estadísticas de accidentalidad urbana. Y por eso, le ha tocado el turno a las ciudades donde se producen demasiados atropellos a peatones debido a la velocidad inadecuada. Al parecer, como los Planes Estratégicos Urbanos no están funcionando bien, Tráfico se propone pacificar y llevar el orden a las calles de las ciudades. Y lo hará convirtiendo a los peatones en protagonistas y colocando los coches a la retaguardia, con el objetivo de reducir a la mitad la cifra de muertos por atropello en casco urbano. La propuesta es reducir la velocidad en las vías urbanas de carril único o de un solo carril para cada sentido, a 30 kilómetros por hora, en lugar de los 50 actuales.El argumento mayor para tomar esta medida se basa en que "a 70 kilómetros por hora no se salva nadie, a 50 se salva el 50% y a 30 se salvan el 95% de los peatones. Pero, si bien el fin es muy aceptable, sería deseable que siempre que se aseveran cifras de tan magna importancia se argumentaran y se citase la fuente de investigación, más que nada para evitar que se quede en una simple opinión o creencia o dejar a un lado otros factores de riesgo.Claro está que esta medida supondrá una mejora significativa para la sostenibilidad y la seguridad vial en las ciudades y, además, que facilitará la circulación de las bicicletas por la calzada (que ya está bien de abusar de las aceras). Pero también coincidimos con el arquitecto JanGehl en que con el simple cambio de jerarquía en la importancia que le damos a la relación peatón y vehículos, nuestros pueblos y ciudades serían infinitamente mas humanas y habitables.Porque muchas veces, el fin no justifica los medios. Calmar el tráfico, para evitar tanto atropello, es loable y deseable, ahora bien, pensar que esto solamente se consigue mediante medidas restrictivas y sancionadoras es perder una vez más la confianza en el ser humano y en la oportunidad que nos brindaría el futuro si implementásemos la educación cívica y vial en los usuarios de las vías. Pero esto es otro cantar. Sería una buena inversión para el futuro y como tal, no tiene visos de hacerse realidad, y menos en época de crisis económica y de ideas.

lunes, 7 de febrero de 2011

La poetisa de Pere Navarro (DGT).

Tráfico destituye al jefe provincial de Palencia, que respondió a la «grosería» con la que una superior le felicitó el año. Es la Subdirectora, resposable de Educación y Seguridad Vial. ¡Así nos va! Establezca el link y saque sus conclusiones.

sábado, 5 de febrero de 2011

Concurso de Proyectos de Educación Vial






II CURSO DE EDUCACIÓN Y SEGURIDAD VIAL (On line). Universidad de Salamanca y DGT.

II Curso de Educación para la Seguridad Vial desde la perspectiva española y europea. Modelos, recursos y buenas prácticas. Universidad de Salamanca.

Dirección: Dra. Violeta MANSO PÉREZ: Universidad de Salamanca y Dirección General de Tráfico.

* Curso dirigido a diferentes profesionales, a nivel nacional e internacional, de cualquier ámbito profesional y alumnos universitarios, relacionados o interesados por este tema.

* Modalidad: On line en su totalidad.


* Créditos: 3 (30 horas de trabajo)


* Duración: del 14 de marzo al 10 de abril de 2011, ambos incluidos.


* Certificación: a quienes superen el curso, se les remitirá el correspondiente Certificado acreditativo del mismo firmado por Universidad de Salamanca.


Condiciones para la Inscripción:

1. El plazo de matrícula termina el 11 de marzo de 2011, siempre y cuando no se hayan cubierto todas las plazas anteriormente.

2. La inscripción de la matrícula deberá realizarse a través de la web de la Universidad de Salamanca habilitada al efecto en: http://www.usal.es/precurext

El proceso es:

- Entrar en esta página.

- Seleccionar “Cursos no presenciales”

- Localizar el Curso “EDUCACIÓN PARA LA SEGURIDAD VIAL desde la perspectiva española y europea. Modelos, recursos y buenas prácticas”.

- Seleccionar este curso y seguir las instrucciones dadas.


3. La tasa de inscripción es de:

- 80 euros para estudiantes universitarios (Es necesario acreditarlo)

- 110 euros para el resto de inscritos


Para más información sobre el curso, puedes visitar la siguiente página web y el correo electrónico:

http://web.usal.es/vmanso

Mail: vmanso@usal.es