Algo más de cuatro décadas han
pasado, y parece que fue ayer, y ya son cuarenta y dos los años que marcan la
supervivencia del Teórico, como vulgarmente se le ha conocido al examen teórico
del Permiso de Conducir de la Clase B. Resalto lo de “permiso” porque no se
trata de un título vitalicio, sino más bien de una autorización o licencia que
en cualquier momento puede retirar la Administración si no se cumple
debidamente con el Reglamento de Circulación, como ocurre en la actualidad con
el Carné por Puntos.
Pues bien, a lo que pretendemos
con el tema de hoy no es resaltar un hecho importante y novedoso, relacionado
con ese Examen del Teórico que prevalece desde aquellos tiempos en los que el
responsable de realizar la citada prueba era el Ministerio de Industria, con la
presencia de la Guardia Civil vigilando la prueba y la técnica de muchos de
llevar las respuestas correctas en el lápiz, algo similar a las tablas de
multiplicar.
Hacia más de un lustro que se
venía rumoreando la posibilidad de que, con el cambio de las nuevas tecnologías
se aplicara el nuevo modelo de examen para facilitar la realización del mismo y
también para reducir las posibilidades de malas prácticas que algunos
propietarios de autoescuelas, faltos de ética y profesionalidad, venían ejerciendo,
de forma fraudulenta, para facilitar por la vía rápida y con buenos réditos la
obtención de esta licencia.
Como consecuencia de esos
intentos de mejora, el sistema informático de
evaluación se está poniendo en marcha, de forma gradual. Ya van cinco
provincias que han experimentado aplicando este examen que permite realizarlo a través del
ordenador, con un cuestionario personalizado y diferente para cada aspirante,
sin variar, de momento, el tiempo de 30 minutos, permitir los tres fallos y
elegir una de las tres opciones en cada ítem o pregunta.
Pese a la nostalgia y desequilibrio que pueda ocasionar en la ciudadanía,
porque incluso los cambios para la mejora siempre desestabilizan, sin lugar a dudas que va a ser más positivo,
cómodo, justo y sin posibilidades de prestarse al copieteo, sin poder traer
memorizadas las respuestas y dejar sin posibilidades a quienes proclamaban que
el examen se podía preparar en un fin de semana y aprobar sin un solo fallo,
incluso sin saber un ápice de castellano. Es posible que las reticencias para
realizar la prueba por ordenador, queden resueltas porque: no se necesitan
conocimientos informáticos, las pantallas serán táctiles para pulsar la
respuesta adecuada con el dedo o el puntero y además se podrá elegir el idioma.
Otra de las facilidades es que el alumno podrá comprobar por sí mismo, al cabo
de dos horas, el resultado de su examen en la página web de la DGT y en su
correo electrónico, aunque la Jefatura de Tráfico seguirá remitiendo los
resultados a las autoescuelas que envían los alumnos.
La
DGT pretende implantar la medida en el resto del Estado en 2014. Y no está mal
este cambio, pero lo ideal y deseable sería que, al igual que ha cambiado el
instrumento de evaluación, se animase, de una vez por todas, a reformar el
sistema de formación, inicial y permanente, de los conductores y dentro del
mismo, el sistema de evaluación, como garantía para mejorar la calidad de los
conductores. ¡Esta sí que sería una buena apuesta por y para la Seguridad Vial!
Porque, tarde o temprano, las autoescuelas y los alumnos encontrarán la técnica
apropiada para aprobar y no para aprender a ser buenos y seguros conductores.
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