Parece
ser común a la mayor parte de los seres humanos, dedicar ciertos momentos
vitales a la valoración de los hechos, acontecimientos y situaciones personales
que inciden en la cuotidianidad, con el fin de reflexionar, sacar conclusiones
y hacer propuestas de mejora. Si hay algún momento propicio para dedicarse a
estos menesteres filosóficos, no cabe duda que el final de cada año suele ser
el favorito. Es posible, que marcado por esta tendencia universal, la columna de
hoy trate de responder a ese análisis, valoración general y personal sobre los
aspectos más significativos del tráfico y los deseos de su mejora para el año
venidero.
Es así
como la DGT también ha puesto los primeros cimientos para el noble objetivo de
reducir la siniestralidad a los niveles más bajos posibles. Como en años
anteriores, la "Operación Navidad 2012/2013" diseñada se ha ido desarrollando
en tres fases, coincidiendo con las tres festividades mas importantes de estas
fechas: Navidad, Año Nuevo y Reyes. Pero, ¿Es suficiente con estas campañas para
conseguir que los accidentes no provoque tanta morbilidad, mortalidad,
destacando que ocasionen el 30% de las lesiones medulares o que sean la primera
causa de muerte en las edades comprendidas entre los 16 y los 35 años ?
Me temo
que estarán conmigo en negar la mayor y en admitir que las campañas son
necesarias y válidas para recordar e insistir en factores de riesgo
importantes, pero que la seguridad ha de sustentarse en el conocimiento,
interiorización y cumplimiento de las normas por parte de los usuarios de las
vías. Si la ciudadanía asumiese las campañas con carácter permanente, lograríamos
que cada uno de nosotros controlase al vehículo que conduce y que se controlase
así mismo como conductor, viajero o peatón. Porque de este modo, no solamente conoceríamos
las normas, sino que seríamos capaces de aplicar las medidas adecuadas a los
momentos, circunstancias y solventar todos los factores de riesgo, pero sobre
todo aquellos que conllevan mayor peligro
de accidente y sobre los que no debemos bajar nunca la guardia: la velocidad
inadecuada al estado del conductor, de la vía, del vehículo o del medio
ambiente; el consumo de alcohol y otras drogas que ha de estar reñido con el
manejo de vehículos; el mal uso o ausencia de los cinturones y sistemas de retención
infantil; el consumo de fármacos que nos impiden conducir con seguridad; restar
importancia a los elementos distractores o no conducir de forma eficiente,
ecológica y segura.
He
mencionado, pasando sobre puntillas, que la seguridad se fundamente sobre todo,
en el factor humano, en las personas y, en especial, sobre los conductores.
Pues bien, resalto que la seguridad conlleva dos momentos que deben actuar
simultáneamente: conducir el vehículo con destreza y conducirse a uno mismo con
fuertes niveles de autocontrol, respeto, solidaridad, comprensión, empatía,
tolerancia, y otra serie de valores, que reflejen nuestra responsabilidad
compartida en ese escenario común para la movilidad segura.
En
consecuencia, la mejor campaña que le podíamos anunciar para el 2013 sería la de que todos estamos dispuestos a
sumar esfuerzos de conducir y conducirnos adecuadamente y de forma responsable.
Dispuestos a restar, de forma eficiente,
no solamente la posibilidad del siniestro, sino también las secuelas que
se derivan de cada uno de ellos. Porque la clave de la seguridad, no ha de
estar centra exclusivamente en una campaña que se nos recuerde algunas normas o
riesgos, pues si los usuarios de las vías no la racionalizamos e interiorizamos
para ponerlas en práctica, de poco servirá y habremos perdido un año más la
posibilidad que se nos brinda a todos de seguir luchando por ese noble objetivo
de reducir a cero los accidentes.
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