sábado, 19 de enero de 2013

CIRCULACIÓN AGITADA EN LA CIUDAD


Manuel CASTAÑO PARDO, 19-01-13
 
Es posible que muchos de ustedes hayan percibido, vivido o soportado determinadas situaciones generadas por el trafico en las ciudades y que suelen tener su origen en infinidad de variables que afectan al tráfico, en cuanto a su fluidez y seguridad en determinadas horas o zonas, condiciones atmosféricas, imprevistos en las vías,  espectáculos que reclaman grandes aforos o, como suele ocurrir en estos fechas, las avalanchas hacia determinados puntos en busca de las rebajas. Frente a cada una de las situaciones los conductores solemos  reaccionar de forma diferente, pero cuando se provocan aglomeraciones, las respuestas actitudinales y las estrategias para afrontar el problema se pueden ver alteradas en casi todos, incluso en las personas más educadas, sensatas y calmosas. Porque es cierto que el ambiente nos condiciona y que conducimos como vivimos, asombrándonos muchas veces de las cosas que somos capaces de hacer cuando nos dominan los nervios por encima de la sensatez.
En las aglomeraciones de tráfico se desata, de forma diferente,  la química, la física y las capacidades psicológicas de cada individuo, ocasionada por una “agitación o estrés” de mayor o menor grado, que se suele incrementar, por simbiosis, con la agitación y estrategias del resto de los conductores, provocando en la masa: inquietud, alteración, excitación, nervios, bullicio movida, ajetreo… y otros síntomas de supervivencia, dando como resultado una situación anómala, sobre todo, a la hora de querer aparcar. Cuando la situación no es controlada ni dominada deforma individual y colectiva, las estrategias y técnicas de búsqueda pasan a formar parte de  la zona más primitiva de supervivencia del ser humano y cada uno empieza a buscarse las habichuelas derrochando imaginación, luchando contra toda norma legal y de convivencia. Esta situación agitada es la que provoca que los “listillos” opten por aparcar en doble fila, encima de la acera, en los pasos de peatones, delante de l as plazas de garaje, paradas de autobuses o en las zonas peatonales. Estas situaciones agitadas incitan a otro colectivo a iniciar circuitos de vueltas y más vueltas en la búsqueda del aparcamiento, sin importar entorpecer al que viene detrás o, lo que es más grave, a circular en dirección prohibida cuando sospecha que a mitad de calle puede haber encontrado el espacio deseado.
Como resultado de esta agitación, que normalmente carece de la presencia de los agentes del orden, se produce una situación aún más estresante y un incremento del problema: además de las infracciones posibles, se congestiona más la zona, se contamina más, se consume más combustible, se multiplica el desorden y el caos, los nervios alcanzan niveles insospechados, la solidaridad pasa a la historia, la convivencia brilla por su ausencia… y en determinados casos, puede dar origen a los insultos, peleas y posibles sanciones. Es así como la propia masa agitada se apodera e incide en cada uno de los conductores afectados, para incrementar el problema en vez de ayudar a buscar soluciones, porque el enfrentamiento mal enfocado a esta situación es una respuesta primitiva del organismo, preparatoria para el ataque o la huida, frente a la situación de peligro que está alterando la rutina cotidiana.
En consecuencia, los ciudadanos en general y especialmente los conductores, debemos aprender a adaptarnos a las diferentes situaciones que puedan provocar esa forma de conducir con agitación, que en nada favorece la solución al problema. La Movilidad Segura reclama a cada uno de nosotros conductas y estrategias aprendidas para dar la respuesta adecuada y así intentar ser más pacíficos, sosegados y calmos para aprender a convivir y a conducir repartiendo solidariamente ese espacio que en las ciudades es cada vez más escaso y, posiblemente, también tengamos que acostumbrarnos a cambiar el uso del vehículo particular, por el colectivo, por los de dos ruedas o, simplemente, optar por ir andando, que es más sano, más barato, agita menos a la plebe, favorece la fluidez, cuida la salud y propicia la seguridad.