M. CASTAÑO. 7-01-13
¡Qué bien hemos empezado el año! La síntesis del balance sobre la mortalidad en las carreteras españolas, referidas al año anterior, ha sido la causa de este regocijo institucional y social. Traducido a cifras, que son las que bareman los datos y sirven para comparar, hemos logrado un 12% menos de muertos en las carreteras interurbanas, es decir, que han perdido la vida 180 personas menos que en el 2011. Pero, si bien son muchas las vidas salvadas, no podemos olvidarnos de que también siguen siendo excesivas esas 1304 que perdieron su vida y tampoco deja de sorprendernos que el 77% de ellas lo hayan hecho en carreteras convencionales y mucho menos podemos dejar a un lado de que este año pasado, dentro de la estadística, el mayor número de muertos haya recaído en los menores de 14 años.
¿Cómo podemos tolerar, acallar nuestras conciencias, dirimir responsabilidades y dormir tranquilos si no somos capaces de proteger y custodiar debidamente a los menores, a los más indefensos y a los menos culpables? ¿Cómo un padre, madre, abuelo, abuela… puede permitir que sus hijos vayan en el coche sin los sistemas de retención o de protección adecuados; que usen la bicicleta sin el casco o por lugares inoportunos e inseguros; que crucen la calle por lugares de riesgo o no respetando el semáforo…? No tiene sentido, ni razón, ni justificación alguna, porque los únicos culpables son los mayores que deberían haber puesto todos los medios para prevenir el accidente y de este modo, evitar truncar la incipiente vida de un niño o un adolescente. Ninguna muerte tiene sentido, pero menos la de los niños, ya que todas ellas se podían y debían haber evitado. No me extraña que en este sentido, la postura del Fiscal General de Seguridad Vial reclame responsabilidades severas para los padres que toleran o son inconscientes de los riesgos a los que someten a sus hijos.
Bien resalta el Ministro del Interior que el éxito o fracaso de las acciones en materia de Seguridad Vial y el descenso de la siniestralidad en el 2012, es fruto de la nueva cultura vial que está calando en la sociedad española y que no es atribuible en exclusiva a la DGT. Por eso, considero que hay que resaltar y felicitar a la Directora General de Tráfico cuando apuesta por la creación de Unidades especializadas y específicas para la prevención de los accidentes y la mejora de la Seguridad Vial, tal cual son: la Unidad de Intervención Educativa, con sede en Salamanca, para trabajara a fondo sobre la Educación y Formación Vial; la Unidad de Normativa y Seguridad, con sede en Madrid, para estar al día de la legislación oportuna y necesaria; y la Unidad de Atención a las Víctimas de Tráfico, con se de en Pamplona, con e fin de seguir, ayudar y evitar que las víctimas caigan en el olvido y su presencia siga de estímulo para seguir luchando con el objetivo de que nunca se produzca una más.
Pero no debemos olvidar que la sociedad también juega un papel importante a favor de la Seguridad Vial. Que también ella ha de ser partícipe de los fracasos y de los logros, porque no conviene olvidar que cada vez somos más los que remamos en el mismo sentido. Cada vez son más las instituciones públicas y privadas, las asociaciones y ONGs, las universidades, los la Guardia Civil de Tráfico, los Policías Locales … y un ingente ejército de profesionales y ciudadanos de a pié que están comprometidos y luchan día a día, de forma callada pero constante, para seguir sumando por el noble objetivo de reducir la siniestralidad a la mínima expresión, soñando noche tras noche con el noble objetivo de conseguir el objetivo utópico, pero alcanzable, de lograr el objetivo de cero accidentes. Porque es esta cultura y compromiso social la que no debe ni permitir, no tolerar un solo accidente, sabiendo que juntos podremos sumar esfuerzos preventivos en defensa de la salud y la vida en las carreteras. Reducir la mortalidad en un 12% es un logro insatisfecho, pero no olvidemos que disponemos de un año más de compromiso personal y social para seguir incrementando la seguridad, sobre todo de los más débiles, de nuestros niños y adolescentes.
¿Cómo podemos tolerar, acallar nuestras conciencias, dirimir responsabilidades y dormir tranquilos si no somos capaces de proteger y custodiar debidamente a los menores, a los más indefensos y a los menos culpables? ¿Cómo un padre, madre, abuelo, abuela… puede permitir que sus hijos vayan en el coche sin los sistemas de retención o de protección adecuados; que usen la bicicleta sin el casco o por lugares inoportunos e inseguros; que crucen la calle por lugares de riesgo o no respetando el semáforo…? No tiene sentido, ni razón, ni justificación alguna, porque los únicos culpables son los mayores que deberían haber puesto todos los medios para prevenir el accidente y de este modo, evitar truncar la incipiente vida de un niño o un adolescente. Ninguna muerte tiene sentido, pero menos la de los niños, ya que todas ellas se podían y debían haber evitado. No me extraña que en este sentido, la postura del Fiscal General de Seguridad Vial reclame responsabilidades severas para los padres que toleran o son inconscientes de los riesgos a los que someten a sus hijos.
Bien resalta el Ministro del Interior que el éxito o fracaso de las acciones en materia de Seguridad Vial y el descenso de la siniestralidad en el 2012, es fruto de la nueva cultura vial que está calando en la sociedad española y que no es atribuible en exclusiva a la DGT. Por eso, considero que hay que resaltar y felicitar a la Directora General de Tráfico cuando apuesta por la creación de Unidades especializadas y específicas para la prevención de los accidentes y la mejora de la Seguridad Vial, tal cual son: la Unidad de Intervención Educativa, con sede en Salamanca, para trabajara a fondo sobre la Educación y Formación Vial; la Unidad de Normativa y Seguridad, con sede en Madrid, para estar al día de la legislación oportuna y necesaria; y la Unidad de Atención a las Víctimas de Tráfico, con se de en Pamplona, con e fin de seguir, ayudar y evitar que las víctimas caigan en el olvido y su presencia siga de estímulo para seguir luchando con el objetivo de que nunca se produzca una más.
Pero no debemos olvidar que la sociedad también juega un papel importante a favor de la Seguridad Vial. Que también ella ha de ser partícipe de los fracasos y de los logros, porque no conviene olvidar que cada vez somos más los que remamos en el mismo sentido. Cada vez son más las instituciones públicas y privadas, las asociaciones y ONGs, las universidades, los la Guardia Civil de Tráfico, los Policías Locales … y un ingente ejército de profesionales y ciudadanos de a pié que están comprometidos y luchan día a día, de forma callada pero constante, para seguir sumando por el noble objetivo de reducir la siniestralidad a la mínima expresión, soñando noche tras noche con el noble objetivo de conseguir el objetivo utópico, pero alcanzable, de lograr el objetivo de cero accidentes. Porque es esta cultura y compromiso social la que no debe ni permitir, no tolerar un solo accidente, sabiendo que juntos podremos sumar esfuerzos preventivos en defensa de la salud y la vida en las carreteras. Reducir la mortalidad en un 12% es un logro insatisfecho, pero no olvidemos que disponemos de un año más de compromiso personal y social para seguir incrementando la seguridad, sobre todo de los más débiles, de nuestros niños y adolescentes.
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