M. CASTAÑO 12-0-13
Como bien es sabido, con motivo
de la Semana Mundial de la Seguridad Vial que hemos celebrado la semana pasada,
la seguridad de los peatones ha sido el tema elegido y muchas instituciones
públicas o privadas nos han estado inculcando que todos somos peatones y, como
tales, debemos velar por la seguridad y optar por otras cositas de importancia.
Porque la calle, entre otras
lindeces, debería ser un lugar seguro y propicio para el encuentro favorecedor
de la convivencia y el intercambio. Pero desde que los vehículos y los
maleducados ocuparon ciertos espacios de la ciudadanía, las cosas han cambiado
y mucho. En la mayor parte de los casos, los peatones han sido relegados a determinados
conucos. Por este motivo, pensemos que la responsabilidad y seguridad no
solamente es de los viandantes o caminantes, que mucho tenemos que mejorar.
Existe también una responsabilidad compartida, porque lo vial es también social
y político. Por ello la Administración del Estado debe generar la normativa
oportuna que nos regula, debe cuidar de las infraestructuras apropiadas y la
señalización, así como velar por el cumplimiento mediante la vigilancia e
incluso la sanción o reeducación de aquellos que incumplen el orden
establecido. En este sentido, tampoco debemos permitir que las autoridades
municipales se queden al margen o que se limiten a pulir su imagen porque
dispongan de un Plan Estratégico Municipal
de Seguridad Vial o se limite a salir en la foto. Los queremos comprometidos, porque
las ciudades, denominadas ya como smart
city, no tienen que ser solamente inteligentes por el esnobismo o por tener
ciertos recursos tecnológicos. La ciudad es para todos los ciudadanos y ellos,
como inteligentes, reclaman menos parafernalias y más espacios para compartir,
convivir y vivir mejor y más seguros.
Me gusta el cartel anunciador de
esta campaña, por varias razones. En primer lugar, porque denota un compromiso
con la seguridad de los peatones favoreciendo algunas acciones que reducen la
accidentalidad, como son la promoción de los caminos escolares seguros, limitar
la velocidad en determinadas vías urbanas (pese a que ya existan voces de que
esta medida va a provocar atascos) y la necesidad de que todos los peatones
respetemos las normas que ayuden a tener desplazamientos seguros. ¡Por que, ojo
la cantidad de infracciones que cometemos a lo largo del día en nuestros
recorridos! En segundo lugar, es loable que reclame el compromiso peatonal,
resaltando otras ventajas de actuar como tal y dejando los vehículos a un lado:
andar es una buena opción sana (favorece la salud cardíaca, pulmonar, muscular
y evita males como la diabetes o el colesterol), es una decisión limpia que
favorece al medio ambiente y además, es
económica, porque solamente hay que hacer el presupuesto del calzado.
También no está demás, porque
somos olvidadizos, que se nos recuerde que somos el elemento más vulnerable de
la vía y que por lo tanto, debemos estar siempre muy atentos, respetar todas
las normas y señales y cuando las condiciones de visibilidad no sean
apropiadas, nos anima a usar prendas claras y reflectantes.
Y como nadie es perfecto, no me
ha gustado que se hayan olvidado de las
personas con discapacidad sensorial y movilidad reducida, ya que son demasiadas
las barreras arquitectónicas y de mobiliario que existen en las ciudades. Por
todo ello, solventando estos inconvenientes que he venido mencionando, creo que
estaremos bien preparados y motivados para que todos “demos el paso y andemos” para
dejar atrás muchas otras cosas malas.
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