Este año estamos celebrando la décima edición de la Semana Europea de la Movilidad. Comenzó el viernes pasado y concluirá el 22 jueves con el día sin coches. El loable objetivo general es tratar de concienciar a los ciudadanos europeos sobre la importancia de patear más la ciudad, utilizar los medios de transporte público, sostenible y eficiente para contribuir a tener una movilidad más fluida, segura y de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Así queda reflejado en el lema: 'Desplázate de forma eficiente: mejora tu movilidad'. Desde el punto de vista ecológico, también pretende el loable y nunca cumplido deseo de disminuir en un 20% el consumo de energía contaminante y las emisiones de gases de efecto invernadero. Si no sabe lo que este porcentaje le va a afectar a usted, no se preocupe pues tendrá un margen para pensárselo, a partir de ahora y hasta el año 2020.
Todo estos deseos utópicos quedan muy bien, ya que eliminan las responsabilidades y acallan las conciencias de las instituciones europeas, autonómicas, locales y, consecuentemente, la de la mayor parte de los ciudadanos a los que le importará un pimiento esto de la movilidad segura, sostenible y ecológica. Porque muchos seguirán con la costumbre sana de usar el coche hasta para ir a `mear´, infringiendo las normas, de espaldas a la convivencia cívica y pensando solamente en mirarse su propio ombligo.
Pero, pese a todo este pasotismo institucional y ciudadano, en cada semana de movilidad se seguirán repitiendo los mismos objetivos y deseos. A lo largo de toda esta semana, tanto ayuntamientos como organizaciones, instituciones y empresas llevarán a cabo una serie de actividades. Lamentablemente, y este puede ser el indicador de la ineficacia, estas actividades responden a los objetivos marcados desde arriba, pero sin tener nada que ver con el Plan de movilidad que debería existir en cada uno de los municipios y empresas. Porque de existir este plan, la semana de la movilidad sería innecesaria, pues el plan responde a un continuo hacer, sustentado en el análisis y valoración de los objetivos que se plantearon, para ver si se cumplieron o no, para establecer las causas y las alternativas que ayuden a poder mejorarlo. En este sentido, la mayor parte de las ciudades en esta semana pretenden subsanar lo que no se ha hecho durante todo el año.
Por este motivo la movilidad es noticia a través de: difusión en los medios de comunicación, actividades de sensibilización para niños, rutas urbanas a pie o en bicicleta, jornadas sobre el estudio de las posibilidades del transporte de bicicletas en trenes y autobuses, el coche compartido… y tantas otras que logran un buen efecto e impacto pero que pasarán al recuerdo hasta que el próximo año se organice la semana siguiente.
Huyamos de milongas y falsedades. La responsabilidad y el compromiso ha de ser de toda la ciudadanía orquestada por sus representantes. La partitura no es otra que la del Plan de movilidad segura, eficiente y ecológica en el que se marquen bien los objetivos que puedan ser ejecutables y evaluables. Lo demás son paparruchas, de cara a la galería pero de espaldas a la movilidad deseada. Pero no estaría nada mal que cada uno de nosotros se comprometiese, de alguna manera, a colaborar en la consecución de estos objetivos. Porque del dicho al hecho suele haber un buen trecho.
El fenómeno circulatorio de personas, vehículos y mercancías, debe ser fluido, seguro y en perfecta armonía entre los usuarios y el medio ambiente para lograr una Movilidad Eficiente, ecológica y Segura. Para alcanzar estos objetivos, las Administraciones han de jugar un papel importante, pero sin la colaboración y responsabilidad compartida de todos y cada uno de los ciudadanos, será un intento fallido.¡Juntos podemos! Contamos contigo, porque PREVENIR ES INVERTIR.
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