jueves, 25 de abril de 2013

VELOCIDAD ARMONIZADA Y SENTIDO COMÚN



MANUEL CASTAÑO PARDO. 25-04-13
Que el lector no me llame pesado, pese a que sea un reincidente acérrimo de la importancia de la velocidad adecuada para la Seguridad Vial. Y es que uno no puede evadirse de las corrientes de concienciación que sobre este tema vienen ejerciendo las organizaciones internacionales, nacionales y locales, insistiendo en que la velocidad es un factor de riesgo para conductores, peatones, ciclistas, motoristas, viajeros y para el propio medio ambiente. Porque, la velocidad mal entendida y utilizada está asociada al dolor y a la muerte. Según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), los peatones incurren en un riesgo de en torno al 80%  de morir atropellados a una velocidad de impacto de cincuenta kilómetros por hora, mientras que el riesgo se reduce a un diez por ciento con una velocidad de treinta Kish/h. Asimismo, desde la DGT se recuerda que la velocidad tiene impactos muy significativos sobre el medioambiente, dado que el nivel de emisión de gases nocivos, el consumo de combustible y el ruido emitido por los vehículos están directamente relacionados con la velocidad. Estadísticamente se demuestra que una velocidad adecuada evitaría el 25% de los muertos en accidentes de tráfico. Este es un obstáculo a la hora de justificar el incremento en algunos tramos de autovía y autopista.
Vistas y contratados los planteamientos científicos, hay que creer que la DGT basa la toma de decisiones sobre premisas racionales, lógicas y con soportes científicos, para subir la velocidad en algunos casos concretos y de reducirla en otros. Pero, como comentábamos hace unas semanas, tanto en el caso de subirla en ciertos tramos y situaciones de autovías y autopistas, como de reducirla en las carreteras secundarias y urbanas, ambos planteamientos han generado el desequilibrio homeostático ciudadano, reflejado en un malestar, que pudiera ser fruto en muchos casos, de un déficit de lógica racional, llevados más por el yo pienso, yo creo, que por el análisis profundo de la situación y la correspondiente postura argumentada.
Visto lo cual, me van a permitir  que plantee alguna alternativa de consenso a favor del objetivo común de defender entre todos la seguridad vial. En consecuencia, sin atacar a quienes estén posicionados, considero que es posible un esfuerzo para ampliar los horizontes y variantes del concepto de velocidad que nos ayuden para que las posturas no sean tan enfrentadas y nos permitan caminar unidos para que la velocidad sea un factor de riesgo cada vez menos impactante en la siniestralidad. El estudio SARTRE 3 financiado por la UE, estima que el 25% de todos ciudadanos de la UE admiten  superar los límites de velocidad en las autopistas y autovías y el 13% en las carreteras convencionales. Es decir que muchos de nosotros, pese a conocer que la velocidad entraña peligros serios, seguimos arriesgando y conduciendo a velocidades superiores a las permitidas, se ponga el límite en 30 0 en 130. Para convencernos de la realidad, nada más tenemos que someternos a un pequeña investigación empírica, observando a quienes conducen a nuestro lado y constara que los demás infringen como cosacos, pero nosotros no.
Será bueno pues, que la Administración, escuchadas las posiciones y sugerencias ciudadanas, actúe con criterios adecuados y dicte los limites para la seguridad y que cada uno de nosotros colabore, usando la lógica, el razonamiento y el sentido común, para conducir y conducirse de forma armónica y adecuada a la norma,  a las características de la vía, del vehículo, del entorno y, por supuesto, del conductor. Y como para algunos esto puede ser un imposible, será adecuado que el Reglamento fije la secuencia del proceso para que la norma se cumpla, mediante la vigilancia, el control y la sanción, consideradas todas ellas como un servicio público de seguridad que pueda ser utilizado por quienes quieran hacer uso del mismo, evitando así las disonanacias y cacofonías armónicas.

No hay comentarios: