domingo, 8 de enero de 2012

2011: MENOS FALLECIDOS, PERO DEMASIADOS


Manuel Castaño (Enero, 2012)
Que la estadística no es una ciencia exacta, es postura defendida por una amplia mayoría, así como se le puede refutar que para su aplicación dependa mucho de la recogida de datos, de la ética de su aplicante, de la interpretación debida de sus resultados y de las propuestas para la mejora. La estadística nos puede orientar a la hora de comprender, analizar y tomar posibles decisiones sobre un tema o cuestión determinado, lo cual no nos salvará de realizar un acto de fe
para creer en aquello que no tenemos la absoluta certeza, pese a los filtros científicos de la fiabilidad y de la validez a los que pueda haber sido sometida. Y digo esto, como preámbulo del contenido que vamos a tratar en relación a los datos provisionales de accidentalidad vial correspondientes al año 2011.

Pues bien, me van a permitir que, en primer lugar, me congratule con la conclusión mayor que sostiene que los accidentes mortales y el número de fallecidos han disminuido considerablemente en el 2011, pero, en segundas partes, también me admitirán que siga insistiendo, evitando ser catastrofista, en la falta de cierto rigor y de ética sobre los datos incrustados en este informe, difundidos a primeros de mes y que se puede consultar en la Web de la DGT. Me baso en un simple análisis sobre los datos ofrecidos que paso a comentar para no quedarnos solamente con la cifra global de 1479 fallecidos (bajan 250 fallecidos, 209 accidentes mortales y 772 heridos graves en relación 2011), que ya es un éxito. Pero la belleza de los primeros árboles nunca puede ocultar la realidad del bosque en su conjunto.
Porque si bien debemos felicitarnos por ello no es bueno enmascarar las cifras con la careta de la globalidad. Porque, a veces, las apariencias engañan o impiden que podamos seguir mejorando para no caer en la pasividad y en la relajación de esfuerzos a favor de la movilidad totalmente segura. Porque no es la primera vez que uno escucha que en estos temas poco podemos seguir haciendo, que ya hemos tocado techo o que las únicas alternativas son la vigilancia, sanción, represión, carné por puntos… dejando de creer en el poder mágico de la educación, la formación y la investigación sobre todos y cada uno de los usuarios de las vías, pese a que los resultados no sean inmediatos pero sí eficaces a medio y largo plazo. Porque la educación es un acto de fe.
Las carencias de este informe creo que se ponen de manifiesto en ciertos detalles. En primer lugar porque los datos solamente hacen referidas a las 24 horas de ocurrir el accidente. Además, solamente incluyen los acontecidos en las carreteras interurbanas (no contabilizan los datos de las carreteras catalanas, vascas, travesías carreteras urbanas). Además, no están incluidos los datos de los accidentes que no hayan tenido víctimas mortales. Esto supone que los datos, pese a ser comparativamente muy buenos, esconden cierto dolor y engaño. Muchos heridos, después de las 24 horas del accidente, fallecerán como consecuencia del mismo y no engrosarán esa estadística, otros heridos pasarán de leves a graves. El dolor y las secuelas de los heridos, la incomprensión y el dolor de los familiares, los costes económico y ecológicos… son motivos suficiente para profundizar más en las estadísticas y para seguir luchando, todos a una, para lograr el objetivo cero de siniestros. Felicidades a la sociedad por sus progresos, porque son menos los fallecidos, pero siguen siendo demasiados y esto no es motivo de exclusiva felicitación y sí de ánimos y motivación para seguir apostando y luchando por métodos sistémicos para evitar todo tipo de siniestro o falta de convivencia vial.

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