En esta sociedad actual,
convulsionada por la crisis despiadada, tanto a nivel económico, ético como de
valores, no resulta raro levantarnos cada la mañana con más de lo mismo, pero
extensible a diversos ámbitos sociales. Por no entrar de lleno en nuestras
competencias, dejaremos a un lado la cueva de Bankia con su Alí Babá y los 40
ladrones, el caso Urdangarín con la extensión de su tentáculos, la incoherencia
de los políticos que siguen sin recortar sus sueldos y prebendas, pese a que a
la ciudadanía nos acogotan con recortes y falsas reformas. Hoy nos centraremos en la importancia que
deben tener los modelos sociales para la buena salud de la Seguridad Vial con
sus actitudes y conductas viales adecuadas, porque todos aprendemos a través de
la observación e imitación de los modelos de referencia, o lo que es lo mismo,
aprendemos de las personas, de su ejemplo y buen hacer. Lo que Albert Bandura
denomina como aprendizaje vicario, por observación y por imitación.
¿Qué por qué saco a colación este
tipo de aprendizaje social? Pues, porque esta semana me ha dolido leer y ver en
diferentes medios de comunicación el mal ejemplo dado por un profesor de
autoescuela que seguía impartiendo clases, pese a tener retirado su permiso de
conducir por haber consumido todos sus puntos. ¡Esto si que es un mal ejemplo social
y para sus alumnos! En primer lugar por haber perdido todos sus puntos, señal
de que es un infractor compulsivo. Después, porque ha estado engañando a la DGT
sin cumplir la sanción otorgada y además, porque ha dejado por los suelos a su
profesión y a la mayoría de los Profesores de Formación Vial. Pero está claro,
que en cada profesión (y en esta con más frecuencia de la deseada) podemos
encontrar modelos negativos, que además de la sanción administrativa, también
merecen ser sancionados socialmente por faltos de ética y de profesionalidad.
Pero, en materia de Seguridad
Vial hemos de ser prudentes, sin cargar las tintas a la totalidad, pero será
positivo analizar situaciones y colectivos concretos que pueden actuar como
modelos eficientes o contramodelos.
No obstante, habrá que resaltar las
ventajas e inconvenientes que tienen los modelos sociales de aquellas personas
que, por pertenecer a un grupo de determinado rango social, deben ser
prescriptores a ultranza, ya que no solamente se la juegan ellos, sino que
además está en juego la imagen del grupo al que pertenecen. Es así como podemos
entender y comprender que los padres, los abuelos y los adultos en general
debemos dar siempre buen ejemplo a los pequeños cuando actuamos como peatones,
viajeros o conductores. Por esta misma razón, hay colectivos que deben ser mas
exigentes en sus actitudes y comportamientos. Está muy mal que un profesor no
respete el paso de peatones, que un Policía Local aparque el coche oficial
encima de la acera o donde le venga en gana, que una guardia civil de tráfico
te adelante en línea continua pese a no ir de servicio urgente, que un taxista
se salte un semáforo o deje al cliente encima de un paso de peatones, que el
conductor del autobús salga de la parada por el método del esquinazo, que un
profesor de autoescuela enseñe a infringir al alumno, que un conductor de
reparto estacione fuera de los espacios que tiene asignado, que un
religioso (incluso con hábito) cruce mal
una calle, que el conductor de una ambulancia o el camión de bomberos usen la
sirena cuando no es una urgencia, que un político sea capaz de infringir las
normas y echarle la culpa a su conductor … y podríamos seguir y seguir engrosando
la lista de malos modelos, porque el que esté libre que lance la primera piedra.
Por este motivo, es posible que
lo mejor sea empezar por uno mismo reflexionando sobre nuestros comportamientos
y nuestras formas de actuar como peatones, viajeros o conductores, no vaya a
ser que pongamos verdes a los demás y nosotros nos vayamos de rositas, como
hacen los políticos con los recortes que aplican al pueblo y ellos se lavan las
manos. Porque en todos los ámbitos, es mejor predicar con el ejemplo y así llegar a ser modelos a imitar.
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