Manuel CASTAÑO 23-09-12
Llevamos una semana dedicada a la
Movilidad Segura a nivel europeo y es muy posible que para muchos haya pasado
sin pena ni gloria. Cosa que no es de extrañar, ni motivo suficiente para echar
en cara nada a nadie, pues suele ocurrir que cuando se asigna oficialmente `el
día de`, los resultados son mínimos aunque el nivel de acallar conciencias
colectivas o personales logre unos importantes niveles. Por este motivo,
recordemos que esta semana ha pretendido ofrecer acciones de concienciación
dirigidas a sensibilizar a todas los ciudadanos sobre las consecuencias
negativas que tiene el uso irracional del coche, sobre todo en la ciudad, tanto
para la salud pública como para el medio ambiente, y los beneficios del uso
alternativo de los modos de transporte colectivo, el caminar, usar la bicicleta y conducir de forma
eficiente sostenible y segura. Pequeños detalles que si los llevásemos a la
práctica diaria contribuirían de forma significativa al logro del objetivo
pretendido. Porque la Seguridad Vial es una tarea de responsabilidad compartida
y continuada y no solamente de una semana, más o menos intensa, en la cual los
ayuntamientos y ecologistas sacan sus estandartes para lucirse en la procesión,
publicitando sus buenos Planes de Movilidad y Sostenibilidad, que
posteriormente guardan en sus archivos, como se hace con las imágenes
procesionales, hasta que llegue el próximo año.
El eslogan elegido para este año
era personalizado y directo: Participa en los Planes de Movilidad de tu
ciudad: ¡muévete en la buena dirección! Si analizamos un poco el contenido,
podremos comprobar cómo se nos trata con una proximidad inusual, como de
colegas, y haciendo una llamada directa a la implicación y el compromiso, como
si los ciudadanos hubiésemos sido citados en algún momento a participar en su
diseño, seguimiento o valoración. Y, por si fuera poco, pretenden
hacernos reflexionar sobre el papel tan importante que los Planes de Movilidad
Urbana Sostenible pueden jugar en nuestras ciudades, argumentando que se
necesita desarrollar un sistema de transporte urbano que permita conjugar la
demanda de movilidad, la protección del medioambiente y que haga de las
ciudades mejores lugares para vivir y convivir. Pero estos deseos, que están en
la mente de muchos ciudadanos, ven cómo sus representantes municipales no son
capaces de hacerlos realidad. Porque una cosa es predicar o aparentar y otra
muy diferente es dar trigo o ejecutar debidamente esos costosos y pomposos
Planes de Movilidad, que no hay ayuntamiento que presuma de él, pero que muy
pocos lo ponen en práctica.
Por poner algún ejemplo, podemos
ver como dentro de las actividades programadas para la semana citada, se dice:
hoy se celebra el "Día del Peatón" que permitirá a los ciudadanos
recorrer andando el centro histórico de la ciudad con el objetivo de descubrir
las excelencias de caminar y contemplar los principales monumentos de la
ciudad, patatín patatán… Como si ese casco antiguo o las calles peatonales de
la ciudad solamente estuviesen disponibles para los ciudadanos en esta
importante semana, porque, a partir de la siguiente, nos volveremos a sentir relegados por los
vehículos y a toparnos con las mesas y sillas que invaden todos los espacios
reservados para que los peatones disfrutemos, sin peligro y con la posibilidad
de fomentar la convivencia. Pero eso es harina de otro costal, porque lo
importante es la semana.
La Movilidad Segura se consigue
con pequeños detalles que se practican por todos los ciudadanos y de forma
continuada. La implicación de los ciudadanos se logra con la llamada a la
participación real en todas las fases del Plan y no solamente con escaramuzas
circunstanciales, porque cuando las cosas no se hacen bien, no debemos
extrañarnos que la semana de la Movilidad, año tras año, no sirva absolutamente
para nada.
Si todos los ciudadanos estuviésemos concienciados sobre las ventajas de
caminar, usar la bici, incrementar el uso del transporte público, usar los
sistemas de retención, conducir de forma eficiente respetando las normas y
señales, propiciando la tolerancia y la convivencia, seguro que nuestras
ciudades serían más seguras para todos y para el medio ambiente. Eso sí,
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