domingo, 14 de abril de 2013

EL CASCO ACONSEJABLE PARA CICLISTAS CON CABEZA




M. CASTAÑO PARDO, 14-04-13
La polémica viene servida desde que la DGT se puso como objetivo preventivo para la seguridad vial el uso obligatorio del casco en todas las vías. Y es que esto ocurre a lo largo de la historia de la humanidad frente a los cambios. Hay seres humanos que todo lo que le suena a imposición, aunque sea una medida ventajosa, es digno de rechazo, máxime cuando toca las narices de colectivos minoritarios que reclaman con privilegios especiales.
Desde que surgió la polémica entre la propuesta de la DGT y la respuesta de las asociaciones de usuarios de la bicicleta (que por cierto me gustaría saber cuál es el sumatorio representativo de todas ellas juntas), he tratado de estar informado y de buscar todos los datos posibles, incluso con las alertas digitales. Y he ido comprobando cómo alguno de estos representantes de alguna de esas asociaciones, porque otras están actuando con mayor talante reivindicativo, han ido incrementando sus exigencias, a la par que en sus malas formas y argumentaciones. Porque estimo que en una sociedad democrática, todos tenemos derecho a opinar, a defender nuestras posturas y a luchar por lo que creemos. Pero esto no nos autoriza para atacar de las formas más inverosímiles poniendo por bandera nuestra posición sin dar opciones a la de los demás. Es posible que la DGT, antes de tomar la decisión, debería haber escuchado e implicado a la ciudadanía más afectada (Ignoro si lo hizo o  no), pero la otra parte no puede utilizar como argumento las herramientas que desecha. Me gustó que los ciclistas presentasen a la DGT una serie ingente de propuestas para justificar las ventajas de no llevar el casco en la ciudad. Ese es un proceso adecuado. Otra cosa diferente es que la DGT las tenga que asumir todas o que el resto de ciudadanos las compartamos.
Y es que uno viene de vuelta y media con posicionamientos radicales que poco tiene que ver con la seguridad propia y la de los demás. Porque este colectivo no hace mucho tiempo, en un foro de expertos en Seguridad Vial, celebrado en Salamanca, lanzaban otras propuestas que nada tenían que ver con la prevención y la seguridad como que los ciclistas no tenían que estar obligados a pararse ante un semáforo en rojo o un Stop.
Sinceramente, intento comprender sus posturas, pero me resulta complicado asumirlas. Porque ellos (que hablan por boca de todos, pero no por acuerdos de sus asambleas), aportan justificaciones banales: que el casco afea, que se llevan el gato al agua con las estadísticas o con los modelos de ciertos países, que es una medida recaudatoria, que va en detrimento del uso de la bicicletas, que por qué no es obligatorio para todos los conductores… Y posiblemente tengan algo de razón, porque verdades y argumentaciones absolutas hay pocas, pero las formas, las razones y los posicionamientos no son los adecuados. El fenómeno circulatorio tiene un carácter social, en tanto y cuanto nos afecta a todos. Y es el conjunto de la sociedad el horizonte, sabedores de que los espacios, recursos y medidas preventivas hay que aprender a repartirlos y a tomarlos, porque al margen de las vaguedades, las investigaciones, la salud, la educación y el carácter preventivo son razones más que suficientes para apostar por el uso del casco como elemento saludable, pese a que afee, sea incómodo, valga unos euros o no sepa uno dónde meterlo cuando se baje de la bicicleta. Por eso, no entiendo porqué, algunos ayuntamientos y asociaciones de usuarios se oponen a que el casco proteja la cabeza de los ciclistas que quieren seguir pensando en su salud y seguridad.
Los golpes en la cabeza provocaron el 20% de los muertos y heridos en bicicleta. El Cochrane Iberoamericano, una red internacional especializada en la elaboración de informes sobre recomendaciones de salud pública, concluye que la implantación por ley del uso del casco para ciclistas en ciudad es “efectiva en la reducción de lesiones craneales”.

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