sábado, 27 de abril de 2013

¿HA SIDO UNA SENTENCIA JUSTA Y EJEMPLAR?

MANUEL CASTAÑO PARDO. 27-04-13

La verdad sea dicha que, para quienes estamos un poco concienciados con los temas de la Movilidad Segura, la sentencia emitida la semana pasada contra Ortega Cano, nos ha dejado un poco desarmados y no digamos del trauma emocional para la mujer e hijos de Carlos, que tuvo la desgracia de cruzarse una noche aciaga con un beodo irresponsable, y como consecuencia de ese siniestro, perdiese la vida, hecho que  marcase para siempre a su familia.
Mujer e hijos de Carlos Parra

Recibí el resultado de la sentencia estando en un curso que se desarrollaba en Sevilla para policías locales y os puedo asegurar que la sala enmudeció cuando uno de los ponentes interrumpió su discurso para decir simplemente: Ortega Cano ha sido condena do a 2 años, seis meses y un día por los delitos de homicidio imprudente y de conducción temeraria. Si bien el silencio absoluto y el momento no dio opción a comentario alguno, el descanso para el café y el resto de la jornada permitieron todo tipo de posturas, argumentos y un gran cúmulo de sensaciones, bañadas por el fantasma general de “no es justo ni ejemplar”. Al dejar sin validez la prueba de consumo de alcohol que triplicaba la permitida (1,26 gramos de alcohol por litro de sangre), reducía la pena a la mitad. Porque hoy en día, matar en un siniestro vial resulta demasiado barato. Y me resultó lógico pensar que estos policías profesionales, expertos y experimentados en este tipo de siniestros y de recogida de pruebas, no entendiesen  el argumento esgrimido por la juez de que “la cadena de custodia de la sangre se hubiera roto”, pues en todos los casos que conocían nunca había sido excluyente sino todo lo contrario. Por este motivo, no sorprende y al mismo tiempo abre la puerta a la esperanza de que la Fiscalía sevillana, el Fiscal de la sala de Seguridad Vial y la familia de Carlos Parra apuesten por recurrir la sentencia, con el fin de poder rescatar la validez de la prueba de alcoholemia, argumentando que no ha existido ningún problema en el protocolo seguido por el servicio de hematología del hospital, así como que la juez tenga en cuenta las declaraciones de los testigos que confirmaban haberlo visto beber e ir como una cuba o con una cogorza como una mula. Porque uno puede pensar en qué razones o medios se ha podido apoyar para argumentar lo que siempre ha sido prueba argumentada.

Cierto que es posible que al ser inexperto en estos litigios, uno se deje llevar por argumentos establecidos en el Reglamento de Circulación, por las informaciones acumuladas por el caso y además, los sentimientos y sensaciones que el proceso y la sentencia han ido acumulando. En consecuencia, es más posible que la sentencia popular y personal no coincida con la emitida en este juicio. Pero también es cierto que la diferencia es abismal y que nos ha dejado un sinsabor difícil de digerir, máxime si nos ponemos en la piel de la familia de Carlos. Porque además, la sociedad en su conjunto esperaba una condena ejemplarizante, que dejase claro y rotundo que la velocidad, el consumo de alcohol y las distracciones son los factores más graves de riesgo y no digamos nada, si como es el caso, se juntan e interactúan los tres y en exceso, sabiendo que el alcohol desinhibe al conductor y en consecuencia bajan los controles de la velocidad y los niveles de concentración, especialmente si se conduce con visibilidad reducida por nocturnidad. Esta pudiera ser la razón de peso y de mayor frustración en este juicio, porque se elimina la prueba más básica y elemental del siniestro: conducir con una tasa tres veces superior a la permitida. ¡Qué mal ejemplo se nos transmite a los ciudadanos y especialmente, al resto de los conductores cuando la sentencia sostiene que el alcohol no fue la causa del accidente mortal! 

Parece ser que aquí todo el mundo va a recurrir y es lógico que así sea, pero estimo que la ciudadanía, lo que tiene que hacer es reclamar una sentencia justa y ejemplarizante, con el fin de que no tengamos la sensación de que en este país los famosos o pudientes siempre tiene argumentos y dinero para irse de rositas. Y además porque los modelos sociales, los que viven de los aplausos y del cariño de la gente, deben esforzarse de forma muy especial y día a día para no decepcionarnos. Y la mejor manera es predicando con el ejemplo.

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