La década anterior dedicada a la Seguridad Vial no logró el pleno de los objetivos. Es por eso que la propia Organización manifiesta que, aunque no se haya cumplido por completo reducir a la mitad el número de víctimas mortales de accidentes para 2010, sí se han registrado progresos significativos. Por ejemplo, que el número de muertes disminuyera en más del 40 % (frente a la reducción en un 25 % en la década anterior). La Comisión, considera que el programa de acción de Seguridad Vial (2001-2010) ha sido un potente catalizador de los esfuerzos nacionales y de la UE. Por este motivo, la ONU, con buen criterio, lo va a intentar nuevamente en esta década.
Así pues, la Seguridad Vial pasa a ser uno de los focos de atención de Naciones Unidas, con la puesta en marcha de este Plan mundial. El programa formula una combinación de iniciativas nacionales y europeas, centradas en la mejora de la seguridad de los vehículos y de las infraestructuras, así como del comportamiento de los usuarios de la vía pública. El objetivo general persigue la necesidad de impulsar esfuerzos a nivel nacional y mundial para tratar de reducir el creciente saldo de muertos y heridos en las carreteras de todo el mundo y todas sus secuelas. Para Naciones Unidas, las consecuencias de esos accidentes constituyen un problema de salud pública, en especial en los países subdesarrollados, y la primera causa de muerte entre las edades de 15 a 29 años.
Recordemos también que el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, resalta que muchas de las tragedias derivadas de los accidentes pueden prevenirse con acciones simples y eficaces en beneficio de las personas, las familias y la sociedad en general. Como es lógico, este Programa retomará -Nihil novi sub sole- los factores de mayor riesgo, ya que la sociedad en su conjunto y los usuarios de las vías en particular, lo olvidan con relativa frecuencia. Entre esos factores de riesgo están los sempiternamente conocidos: el no uso de cinturones de seguridad, dispositivos protectores para niños y cascos y conducir bajo los efectos del alcohol o las drogas. También la velocidad inadecuada, la falta de infraestructura apropiada, deficiente gestión de la seguridad vial e inadecuada atención a las necesidades de los peatones, ciclistas, motociclistas y usuarios de medios de transporte público. De todos ellos, el exceso de velocidad, la conducción bajo los efectos del alcohol y no abrocharse el cinturón de seguridad, siguen siendo las tres principales causas de mortalidad en accidentes.
Conscientes de que el usuario de la carretera es el primer eslabón en la cadena de seguridad y el más propenso a errores, la eficacia de las políticas de Seguridad Vial depende, en primera y última instancia, del comportamiento de los usuarios. Por eso, este nuevo Plan sigue insistiendo que la educación, la formación y el cumplimiento de las normas son esenciales. Pero, siendo realistas, qué poquitos creen en ellas y qué descuidadas las tenemos.
En este sentido, me parece adecuado y certero que la Comisión colaborare con los Estados miembros para formular una estrategia común de educación y formación de la ciudadanía. Por eso, sería deseable que una de las prioridades fuese la mejora de la calidad del sistema de formación de los conductores y también implantar, de facto, la Educación Vial en todos los Centros Educativos si queremos actuar con perspectivas de prevención Movilidad Segura.
El fenómeno circulatorio de personas, vehículos y mercancías, debe ser fluido, seguro y en perfecta armonía entre los usuarios y el medio ambiente para lograr una Movilidad Eficiente, ecológica y Segura. Para alcanzar estos objetivos, las Administraciones han de jugar un papel importante, pero sin la colaboración y responsabilidad compartida de todos y cada uno de los ciudadanos, será un intento fallido.¡Juntos podemos! Contamos contigo, porque PREVENIR ES INVERTIR.
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