lunes, 7 de mayo de 2012

SEGURIDAD VIAL AFECTADA POR LA CRISIS

Manuel Castaño Pardo. 6-05-12

Hace ya casi un lustro que el fantasma deja sentir su presencia sobre el castillo y sus moradores. Ha dejado de ser una sospecha ciudadana para convertirse en certeza y pesadilla, pues no en vano, a lo largo del día y de la noche, hace sonar sus cadenas con insistencia y modalidades que nunca jamás habíamos soñado o imaginado. Los tentáculos prolongados y tenaces del fantasma se expanden por todos  los ámbitos y acogotan a los más insospechados reductos de la sociedad, incluida, cómo no,  la Seguridad Vial.
La sombra y las cadenas del espíritu se dejan sentir cada día y cada noche a través del sonido tormentoso de los enormes recortes o tijeretazos que ha metido el Estado en materia de Seguridad Vial cuando reduce el presupuesto de mantenimiento de las infraestructuras y señalización a la mínima expresión y el de la DGT en más de un 83%, de los cuales el 30% afecta a la Educación Vial.
Pero estos macro recortes no es el todo y forman parte de la sábana, tentáculos y cadenas de arrastre del espectro que va arrastrando gradualmente a las partes y permitiendo que sus apéndices prensiles se extiendan de forma sistémica y sin posibilidad poder predecir todo el alcance y repercusiones negativas de los múltiple ámbitos a los que afecta y enflaquece.
Lo que si sabemos con certeza es que la situación actual de la crisis ya está produciendo serios deterioros y consecuencias negativas para la seguridad vial y esto se sustenta en las investigaciones realizadas y en las múltiples realidades y sus manifestaciones. La seguridad vial se siente amenazada y atenazada y hay hechos que así lo sustentan.
Se está constatando que los usuarios descuidamos el mantenimiento correcto de los vehículos y arriesgamos prolongando las revisiones periódicas. Las compañías de seguros ponen de manifiesto que también estamos recortando coberturas en las pólizas. Los concesionarios de vehículos ya no saben qué hacer para vender y, de paso, renovar el parque automovilístico. La Asociación Española de Carreteras señala que hemos retrocedido casi 30 años en el cuidado y mantenimiento de las infraestructuras y señalización. Parece ser que huimos de aparcar en zonas de pago y el uso del parking. Las autoescuelas están al borde de la quiebra por la falta de alumnos y la carencia de cursos de reciclaje. La plantilla de la Guardia Civil se reduce a la mínima expresión en cuanto al número y recursos para asegurar la vigilancia y el control. El incremento del precio de los combustibles encarece los bolsillos. Algunos se ven obligados a reducir el presupuesto saltándose los plazos de la ITV. El Plan Renove ha pasado a la historia y obliga a conservar antes que a cambiar. Los cursos de conducción eficiente y segura, así como los de educación y formación vial se están reduciendo a la mínima expresión, como el presupuesto para la divulgación de nuevas campañas de la DGT. Y la sombra de la crisis de la seguridad vial se amplía y se prologa porque sus manifestaciones interactúan y multiplican sus efectos negativos y nos olvidamos que lo primero y esencial es la seguridad.
Algunas de las consecuencias se dejan sentir ya en el incremento del riesgo, el deterioro de las carreteras y la señalización, el envejecimiento de los vehículos, la insumisión al pago de tasas en autopistas y autovías, a jugársela con el mal mantenimiento y el recorte de coberturas en las pólizas, a que algunos provoquen accidentes con el robo de las alcantarillas y señales, a que los conductores incrementen sus niveles de estrés, preocupación y agresividad… En definitiva, a que de forma gradual, vayamos perdiendo los niveles adquiridos y que esto afecte no sólo al bolsillo de los usuarios, sino también al incremento de la mortalidad y morbilidad. Porque parece clara la correlación entre la percepción del riesgo, el incremento de la accidentalidad, el fantasma de la crisis y la movilidad segura que todos deseamos.

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