sábado, 23 de junio de 2012

VELOCIDAD LIMITADA EN LAS CARRETERAS CONVENCIONALES



 M. Castaño, 24 de junio de 2012
Nada hay decidido y la salida a escena de los posibles nuevos cambios en el control de la velocidad, ya ha convulsionado a la sociedad aportando felicitaciones o alarmas, según los implicados o afectados.  Para el ministro del interior, la Directora General de Tráfico y las Asociaciones de Víctimas de Tráfico, parece una medida razonable que potenciará la seguridad vial y reducirá e número de accidentes y su gravedad. Lo que no queda tan claro, por lo manifestado y expuesto, es la línea argumental de este noble objetivo de seguridad al que ningún ciudadano sensato podrá negarse. Esta es una razón para considerar que los ciudadanos necesitamos más información y más argumentaciones fundamentadas para poder tomar posturas e implicaciones ante una medida tan importante como es la de tratar de reducir la siniestralidad vial en cualquiera de las vías por las que se circule.
En España estamos, nuevamente, ante un tsunami provocado por  las manifestaciones políticas de tratar de controlar (al alza o a la baja) los límites de velocidad, según el tipo de vía, el tramo de la vía u otras condiciones que puedan incidir en la seguridad.
Y como sucede de ordinario, ante temas que nos afectan a todos y de los cuales todo el mundo se considera experto, la sociedad se ha convulsionado y las opiniones o posturas surgen como hongos en un otoño lluvioso, tanto en los medios de comunicación como en las tertulias cotidianas. Lo lamentable es que el debate es muy superficial y poco está ayudando al objetivo. Porque es bueno que quien legisla trate de tomar medidas que considere y justifique como válidas para la mejora de la salud y del bien colectivo y que realmente persiguen el objetivo prioritario y no otros, posiblemente ocultos. Porque hay ciudadanos que son muy sensibles a estas tetras y máxime en los momentos de crisis donde los sentimientos y la cartera marcan pautas de interés prioritario.
Por razones de claridad y de información total, será bueno que nunca falte una sobredosis de argumentos, con base científica, que demuestren y muestren a los ciudadanos las bondades de controlar la velocidad, de ponerle límites al incremento o a la reducción, porque de lo contrario, se estará generando un debate acalorado y, en consecuencia poco reflexivo y constructivo, que llevará a una toma de decisiones, positivas o negativas, que poco contribuirán para la mejora de la seguridad vial pretendida y sí propiciarán el enfrentamiento o el rechazo de esta medida pretendida para el loable objetivo de reducir muertos y heridos.
En este sentido, no estaría nada mal, que, ante la ingente lluvia de posturas emanadas en los medios de comunicación, buscásemos información sobre el tema para poder contrastar opiniones y tratar de construir la nuestra, no de forma acelerada, pero sí con la velocidad adecuada para lograr el debido nivel de reflexión y argumentación de nuestro pensamiento, pues es posible que la velocidad a la que conducimos también la tenga que estar controlada nuestro cerebro y  no solamente por la Guardia Civil,  las señales y los radares.
Si el control de la velocidad ha de pasara por  la cabeza de cada conductor, por sus actitudes y comportamientos y en función a la densidad del tráfico, la calidad o estado de la vía, las condiciones climáticas, el estado del vehículo… Parece más que razonable que los límites han de venir impuestos por la necesidad de formar y educar  mucho mejor a quienes manejan los vehículos circulando por las diferentes vías, lo que reclamará la reforma para la mejora del sistema de formación de los conductores españoles. Y esto ya lo ha dejado caer María Segui en más de una ocasión. Pero es posible que a muchos de nosotros también nos desagrade esta propuesta, pese a ser uno de los pilares fundamentales para consolidar la Seguridad Vial.

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