domingo, 1 de abril de 2012

POLÍTICAS DE SEGURIDAD VIAL ES ESPAÑA (I)

M
M. CASTAÑO PARDO, 1-04-2012

En la comparecencia del Ministro del Interior, llevada a cabo en enero del presente año, ya nos dio un boceto de cuáles serían las prioridades sobre Seguridad Vial. Como continuidad para el desarrollo de las citadas políticas, la semana pasada el responsable es este Ministerio expuso, ante la Comisión de Seguridad Vial del Congreso, algunos matices al respecto, para tratar de conseguir que España pueda ser un país más seguro y con menor accidentalidad.
Comenzó sus argumentaciones haciendo un planteamiento general de la visión poliédrica o sistémica del fenómeno circulatorio, resaltando los múltiples ámbitos, factores y variables que están relacionados e interrelacionado,, motivo por el cual, a la hora de  preservar, cuidar e incrementar los niveles de seguridad exige  desplegar estrategias y recursos adecuados.
También afirmó, delante de esta Comisión, que la Seguridad Vial constituye uno de los ámbitos prioritarios del Ministerio. A esto le llamo yo echar los arrestos y apostar con firmeza.
Después de sentar la premisa mayor, pasó a realizar un recorrido de éxitos y agradecimiento a los predecesores de la DGT, porque lo cortés no quita lo valiente y es de bien nacidos ele ser agradecidos. Y acto seguido, hizo una presentación breve, pero sabrosona, en cuanto al currículo y valía de la nueva Directora General, la doctora María Seguí, que sin duda lo tiene y vale, porque sus méritos curriculares y profesionales así lo avalan. Pero en lo que no coincido del todo con el señor ministro es cuando afirma que es muy difícil reducir al 50% las cifras de morbilidad y mortalidad de los siniestros viales, como pretende la Estrategia Europea de Seguridad Vial antes de que finalice el 2020. Si como dice el refrán, querer es poder, la nueva Directora está capacitada, tiene ganas y además sabe tras de lo que se anda. El objetivo es difícil pero no imposible, porque ella tiene claro que se mejorará si se actúa sistémicamente, concienzudamente y con fundamentación preventiva, sobre todos y cada uno de los colectivos y usuarios de las vías, con una legislación adecuada, investigando con seriedad y rigor, con programas de educación vial en el ámbito escolar y para todos los ciudadanos, mejorando la formación vial (tanto inicial como permanente) de los conductores, fortaleciendo la revisión de los Centros de Reconocimiento y de la ITV de los vehículos, propiciando formación básica y especializada en soporte vital básico y emergencias, mejorando el Permiso por Puntos, la atención a las víctimas, la mejora de las infraestructuras y señalización … que sumen para lograr ese objetivo de reducción del 50%, pese a estar muy por debajo del 0% que se han fijado los suecos desde hace años. Porque las utopías son necesarias para conseguir la realización de los sueños.
Para ser eficaces y eficientes, no basta sólo con aceptar y reconocer el problema como una pandemia o estandarte de la muerte que reporta miles de heridos y muertos. Pues si bien es que esa es la realidad,  más cierto es que todo el problema y sus secuelas pueden ser evitables si sabemos hacer las cosas desde la prevención y todos nos comprometemos e implicamos en esa responsabilidad social y compartida, sabiendo hacer y comportarse como peatón, conductor o viajero. Si esto fuese así, sobrarían las multas, las sanciones, el carné por puntos y la cárcel para los más díscolos. Y no es que quiera eliminar puestos de trabajo en el cuerpo de la Guardia Civil de Tráfico, ni reducir las arcas de la Administración _ Dios me libre con la que tenemos encima_ . Simplemente me reafirmo en la tesis de que haciendo bien las cosas y llevando acciones preventivas, compartidas y comprometidas, sobre el factor humano, será la mejor manera para no inculpar esa responsabilidad sobre la Dirección General de Tráfico. Los poderes públicos tienen la obligación de velar por la seguridad de sus ciudadanos, pero más cierto es, que  los ciudadanos no se pueden ir de rositas y deben implicarse en este objetivo.

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